Cada vez que voy a empezar una obra doy más vueltas que perro antes de echarse. De puro inseguro, para tomar coraje, o para acomodar las ideas, vaya uno a saber. Lo cierto es que vivo acomodando el taller y hago muy poca obra. Uno de los lugares que más sufren mis obsesivos embates de reordenarlo todo es el escritorio donde está la computadora. Un par de días después de uno de esos compulsivos órdenes descubrí este collage que como quien dice, se hizo solo.
.