En una preciosa reunión entre collagistas que sucedió hace unos cuantos años en el taller, entre otras maravillas, Mauricio Planel mostró algunas libretas en las que pegaba imágenes de una forma algo aleatoria. Divinas, como todas las cosas suyas. Me llamó la atención que en muchas páginas había una sola imagen pegada y cuando le pregunté me dijo una frase que después resonaría en mí por mucho tiempo “hay imágenes que llegan a mí para ser pegadas, ellas me lo piden”.
Esa frase me quedó grabada. Después de darle muchas vueltas terminé haciéndola mía, porque me di cuenta que me pasaba lo mismo, que sentía la misma pulsión irresistible, ese mismo arrebato que más tarde llamé “Collage a primera vista”.
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